2008-05-30

Fantasmas en Eziago

Una cadena enroñada sella la puerta de verja que fue rutina y hoy, siete años y medio después de aquel 15 de julio del siglo pasado, 1998, icónica. En el archivo donde anidan ratas, carcomas y arañas, Charles Louis de Secondat, alias “Montesquieu”, rebusca en balde sus “Cartas Persas” y su “Espíritu de las leyes”, cavilando acerca del inminente juicio contra EGIN, proceso “18/98”, en noviembre.


Cerrojazo a Egin, en julio de 1998

Corre el 23 de octubre de 2005. Un silencio dominical invade fantasmagórico el Polígono Eciago, donde se enclava aún el sólido y enrejado edificio de ORAIN S.A. Allí se elaboraba el “EGIN” de papel, hoy más legendario que histórico, y se emitía la hertziana “EGIN Irratia”, saboteada en la FM por ondas alienígenas. Una circular de la Plataforma "18/98", promotora de la Iniciativa “Kaiera”, ha convocado frente a las arqueológicas instalaciones, a los ex trabajadores de ambos medios. Hay fantasmas, en el complejo. Ecos de crujidos de botas, pirulos estridentes, centelleos azules.

Esta crónica ha de estirarse entre los límites tempospaciales que separan siete largos años y medio de proverbial lentitud jurídica. Asimismo, ha de observar el sismógrafo político vasco más actual, cosa de ampliar miras en un contexto de euforia en la escala de Richter del problema vasco. No es herencia baladí para el mandato de Rodríguez Zapatero, dada la coyuntura reiterada de lucidez y talante, reafirmada separación de poderes y borradores de futuros diálogos para juntarse a dialogar un futuro borrador. Si es que no están ya en pleno ‘shadow boxing’, cuya difusión desbarataría los fines. Las herméticas alusiones, en el Congreso del PSE-PSOE, a la cercanía de la paz y, por qué no, del paraíso vasco, lo corroboran. No paran, otrosí, de llamar a una precavida actitud respecto al tema. Motivo habrá.

Otras circunstancias, luego analizadas, dan que pensar por qué el juicio contra “EGIN”, programado para el 14 de noviembre, se prorroga hasta el día 21. Sin ir más lejos, el 17 de julio de 1998, Jabier Salutregi, procesado en el sumario “18/98” y a la sazón director de “EGIN”, manifestaba públicamente, tres días después de chaparse el diario por la autoridad: “Se está impidiendo el ejercicio informativo cuando no existe delito informativo”. Reafirmó que el periódico a cuyo timón estaba “ha defendido siempre que el conflicto debe tener una salida dialogada”. Esto último, lo oímos y leemos hoy hasta la saciedad y lo corroboraría el mismísimo Ibarretxe, que se quedó sin Estatuto por realizar, a pelo, exégesis similares.

Juicio relámpago

Cuando se redactan estos flashes de un pretérito eterno, el lehendakari ha comparecido para reafirmarse en la necesidad de ir preparando el “día después”, el del “diálogo resolutivo”. Vaticina el final de la época de “la silla vacía”, símbolo de la autocracia autista de Aznar. En estos días se resuelve, inciso, la vista de otra causa sonada para el PNV, definida por boca del portavoz Josu Jon Imaz como “juicio político sin sentido, fruto del anterior Gobierno”. En la cancha, los ultras “Manos Blancas”, versus los ex diputados Kontxi Bilbao, IU; Gorka Knörr, EA y Juan María Atutxa, PNV. Estos partícipes de la Mesa del Parlamento de la CAV se negaron en 2003, apoyándose, arguyen, en el reglamento de un hemiciclo que se supone autosuficiente, a disolver el grupo parlamentario ES, Euskadi Sozialistak. Se les empuró. Ello pone una vez más en tela de juicio, nótese, la voceada autonomía de las Cámaras autónomas y de sus electos. Mucho ojo, por tanto, a la jurisprudencia que subsiga.

Salutregi, que aguarda lo suyo, aquí un vasco siempre ha hecho algo, diría Sartre, aseveró en 1998:“Nunca se ha podido comprobar ni probar, porque no es cierto”, que nuestra línea editorial y nuestras informaciones hayan dado un paso de más de la defensa de estas legítimas ideas”. Denunció que “el Gobierno del PP es el más fiel representante de quienes no quieren una solución al contencioso entre Euskal Herria y el Estado español, sino que busca la victoria militar, el aplastamiento del nacionalismo vasco: se criminaliza el diálogo”.

Esto traza un pentagrama, ahora, de estribillo cotidiano. El fenómeno “EGIN”, empero, constituía algo más heteróclito (dentro de un orden) que un enroque nacionalista, secesionista u otras etiquetas. Era periodismo alternativo, de denuncia, sátira cáustica, detección de las cloacas del chanchullo y enfoques económicos y sociológicos ajenos a los foros especulares del ‘España va bien’. No buscaba la verdad revelada, sino la realidad cruda y sin sal. Era un desayuno con sapo para la biempensancia pancista, y el estímulo de unas masas que se deseaban implosivas y delegatorias por los diversos poderes superpuestos.

Ausencias y presencias

Se intuyen, regresamos a Eziago, domingo de otoño del 2005, espectros tras las ventanas que espejean, limpias. Zombis o vete a saber quiénes custodian el sepulcro de la libertad de prensa y radiodifusión mancilladas. No cabe la amnesia ante aquella dura efeméride. Tampoco es añoranza enfermiza, ni conformismo. Encadenaron el diario, no el ciclo, que ha enhebrado canas y agudizado calvas en los ex trabajadores de “EGIN” y “EGIN Irratia”, representada esta última en la matiné de “Kaiera” por Marian Beitiarrangoitia, su última directora.

No caeremos en el recuento de aforo, pero cantan mucho, demasiado, las ausencias, aparte las lógicas de los fallecidos durante este largo entreacto de tragedia brechtiana. Van llegando los que decidieron acudir y se agrupan en conciliábulos cerca de lo que fuese su lugar consuetudinario de trabajo. Encarna el pabellón, en teoría deshabitado, de ladrillo y herrumbre, el símbolo más bananero del mandato del PP. Perdura la plancha con el anagrama del diario y algún epigastrio que otro se encoge. El personal que lleva años sin verse se reconoce, se abraza con palmadas estentóreas. Se intenta dispersar el clima amargo lanzando anécdotas, humoradas. Como en el receso del mediodía, en el comedor, 35 pelas de aquéllas y derecho a reenganche. “Jodé, justo en cuanto nos fuimos urbanizaron y asfaltaron esto”. Muchos cojinetes y neumáticos se resintieron, día a día, 21 años, en una zona industrial cuya calzada de poblacho de ‘western’ había que recorrer como un París-Dakkar en miniatura.

“Hazañas bélicas”

Carece de salida, el polígono. En el recodo solían emboscarse los GEO, con amabilidad versallesca, me aparque bien, que se puede manchar de barro; y la pregunta de rigor de adónde va, no me toque la llave, ya le doy yo. ¿Al periódico? y ¿en qué sección trabaja? A ver la agenda, y ese casete, ¿es usted el que entrevista, o el entrevistado? Se supo que la mayoría de agentes era de la Real. A la enésima vez en que alguien declaró, en la esquina del miedo, que “estoy en Deportes”, las FOP se mosquearon muchísimo. Aquello era el “Marca” o qué.

Los progres le habían endilgado a “EGIN” el remoquete de “Hazañas Bélicas”. La relación de “EGIN” con las diversas fuerzas de seguridad, cierto, completaría un largo ensayo acerca del síndrome de trinchera. Rodaba la furgoneta de reparto de “EGIN”, con el distintivo en negro sobre blanco, cuando una pareja de picos les dio el alto y señaló la cuneta. Los del vehículo, reflejo irrefrenable, palidecieron. Y obedecieron. Se acercó el cabo y les exigió… dos ejemplares recién sacados del horno. Para leer con el cafelito. Ni que decir tiene que se los entregaron y arrancaron en tercera. La del humo. Desde sus inicios, en 1977, “EGIN” reproducía los comunicados que le remitían todas las cíclicas ETAs. Decisión, ésta, que justificaba el ingenioso sobrenombre, y que conllevaba problemas para sus sucesivos –se iban quemando– directores. Incluso de conciencia, bizantinas, acerca de qué era noticia o no.

Rafael Castellano de la Puente, Maverick Ink Press

[Primera parte de "Fantasmas en Eziago: la iniciativa "Kaiera" frente al clausurado Egin", texto publicado en "Rebelión" el 1-11-2005]

2008-05-28

Crónica sobre Egin

Echar la vista sobre mi trayectoria en Egin me desvela, con la distancia que dan los años transcurridos, un paradójico círculo, que empieza y se cierra en la Audiencia Nacional. Casi podría interpretarse como un símbolo de la cada vez más pesada incidencia de ese tribunal de excepción en todos los aspectos de la vida en Euskal Herria.

Sí, un largo camino que se inició allá por 1984-85, con las primeras crónicas que envié desde Madrid, como colaboradora, y se cierra con la férrea puerta de la celda de la prisión de Topas, donde me dejo inundar por estos recuerdos. Desde el principio, la actividad en la Audiencia Nacional ocupó buena parte de mi trabajo en Madrid. Calculo que redacté informaciones –más o menos desarrolladas– de unos 700 juicios, a lo largo de seis años. Junto a ello, di cuenta de cientos de detenciones, denuncias y testimonios directos de torturas, así como de las noticias que se generaban en las cárceles, desde borrokas hasta la justificación de la dispersión en una memorable rueda de prensa de Enrique Múgica, justificación complementada con otras informaciones más directas, más reales, obtenidas en fuentes más cercanas a Sabin Etxea, sobre lo que de verdad se pretendía con esa política.

Pero la información de la Audiencia y de tribunales generaba también otras informaciones, algunas con unas facetas chuscas, como la fuga de Ruiz Mateos de la Audiencia, en las narices de una pasmada Policía; o investigaciones frustradas por intereses políticos, como las de los GAL; pesadas sentencias del Constitucional o movidas en el Tribunal Supremo.

Más adelante, me tocó pasar en la Audiencia del papel de cronista al de testigo, tras el atentado del Hotel Alcalá, donde mataron a nuestro compañero y amigo Josu Muguruza. Finalmente, como es sabido, experimenté la condición de imputada, procesada, condenada y hoy vivo la de presa. Con el mismo hilo conductor de un trabajo profesional apasionante y apasionado, en un periódico contracorriente, Egin.

La información generada por las actuaciones de la Audiencia se extendía muchas veces a un contacto cercano con familiares y amistades de las personas detenidas y presas, compartiendo horas de espera angustiada, direcciones de hostales y alguna que otra caña con pincho de tortilla en alguna taberna de los barrios madrileños más populares, aquellos que no se suelen recorrer en esas forzadas visitas a Madrid.

Pero no se limitaba a las cuestiones jurídicas y represivas la corresponsalía en Madrid; al igual que Egin, abarcaba todos los campos de la noticia. Fueron los años de la “movida madrileña”, que no fue sólo Ramoncín o Alaska, sino también las multitudinarias marchas contra la OTAN; la dedicada labor del cura Enrique de Castro frente a la institución penitenciaria -un hombre que sigue en la brecha, defendiendo a jóvenes presos y presas sociales-; entrevistas de cariz social o cultural; la llegada del “Guernica” de Picasso, secuestrado primero en el caserón del Buen Retiro, hoy en el Museo Reina Sofía; y, ¡cómo no!, ¡hasta fútbol, con las finales de la Copa que por aquellos años jugaron Athletic y Real. Acompañando al especialista, redacté las crónicas de (buen) ambiente futbolero.

Y, por supuesto, la política. Pasilleo por el Congreso, otra mirada sobre sus sesiones, relación con las y los diputados vascos -también con gentes de Catalunya, Galiza y del PSOE, IU, incluso del PP-. Especialmente recuerdo -¡cómo olvidarla!- la etapa de las conversaciones de Argel, con su multitud de reuniones, rumores, especulaciones, y el ejercicio del tratamiento responsable de informaciones delicadas, cuidando aquel primer intento de proceso.

Fue estimulante, y gratificante, poder informar de toda esa compleja realidad socio-política y judicial mediante noticias y crónicas que añadieran otro tono al núcleo central de la información. Escribir crónicas exige una mirada personal, -crítica, irónica, cercana, humana, sentimental, según el caso-, pero no debería significar convertirlas en artículos de opinión ideologizados, algo que ocurre actualmente cada vez más y que padecemos de manera agudizada en Euskal Herria, cuando realidades existentes se narran en la prensa bajo el prisma del prejuicio previo y el objetivo ideológico -que no informativo- final.

Intentamos, y lo digo en plural, pues en la corresponsalía de Egin en Madrid colaboraron otras dos personas comprometidas en el mismo empeño, transmitir el color, olor, sonido, de aquellos años, de aquel corazón del Estado español donde Euskal Herria, el conflicto, se iba revelando más y más como un grave coágulo en sus estructuras.

Esa etapa concluyó pocos meses después del atentado del Hotel Alcalá, la noticia más dura, posiblemente, de la que tuve que dar cuenta, y que viví directamente. Josu Muguruza, además de militante, parlamentario y cálida persona, era redactor jefe de Egin, de la sección de Euskal Herria. Tras su muerte, y en el marco de la remodelación y cambios en el periódico, aterricé en Euskal Herria, en Bilbo, en primavera de 1990. Además, tras lo ocurrido, en Madrid había un peligro real de la extrema derecha.

Gente nueva, circunstancias diferentes, labores distintas como responsable de la delegación del periódico en Bilbo. Con ganas de trabajar y el apoyo de compañeros y compañeras, se sucedieron días, informaciones, debates también, pues el proceso de renovación de Egin fue largo, complejo y participativo. Este impulso vital de todo un equipo acabó finalmente trasladándome a la sede central de Hernani en 1991, metidos de lleno en la última fase de la renovación (ésa que la sentencia de la Audiencia Nacional no se digna ni a considerar, ciñéndose a su guión pre-escrito).

Como jefe de sección de Euskadi, primero, y subdirectora, después, parte de un equipo, dedicamos incontables horas a la transición del viejo Egin en blanco y negro al bullicioso y colorido Egin con la cabecera en vertical. Años de trabajo intenso y diverso, de quebraderos de cabeza, resistencia frente a campañas tan “democráticas” y “limpias” como el boicot de publicidad institucional o el sistemático señalamiento del periódico (dentro y fuera de Euskal Herria), mientras la tripulación periodística seguía ensanchando sus páginas de opinión con distintas y dispares voces y las de información con mejor elaboración de la noticia.
Alegrías había también, pese a las complicadas circunstancias. Los informes de OJD confirmando más ventas y mayor difusión, el trabajo con imaginación y sus tratos.

Y frustraciones y sustos, como la irrupción de la Ertzaintza en 1993 -un recuerdo cariñoso a Pepe Rei-, o la detención de compañeras y compañeros. Pero también un acusado interés de otros medios europeos por un periódico como el nuestro y su papel en un país en conflicto, el nuestro. Muchas cámaras y redactores europeos, tanto de la BBC como de medios libres, han conocido el interior de ese edificio que hoy se arruina en el Polígono Eziago de Hernani, y dieron testimonio mucho más real de lo que era Egin, que cualquier medio español.

Nada de todo eso, ni siquiera la enorme fuerza de su apoyo popular reflejada en los Egin Egunas, pudo salvar a Egin de la decisión política de ejecutarlo de golpe el 15/7/98, a la vez que se iniciaba un largo calvario judicial para miembros de su Consejo de Administración, para su director, Jabier Salutregi, y para mí misma, así como, por las consecuencias indirectas, para toda esa estupenda gente que lo hizo real durante los 20 años de su agitada y fructífera existencia.

Lo que invertimos y ganamos como personas y profesionales, lo que Egin aportó a la experiencia periodística y a la evolución política y social de la sociedad vasca, lo que supuso su cierre y sentencia, es imborrable e inseparable de la historia pasada, presente y futura del periodismo vasco.

Teresa Toda Iglesia, ex subdirectora de Egin,

[Testimonio escrito en la cárcel de Topas, Salamanca, en el mes de abril de 2008]

Egin-eko kronikak

Atzera begiratu eta, Eginen osatu nuen bideari begira jarrita, igarotako urteek ematen duten distantziarekin, zirkulu paradoxiko bat agertzen zait, Auzitegi Nazionalean hasi eta amaitzen dena. Salbuespen auzitegi horrek Euskal Herriaren bizitzaren alderdi guztietan duen eragin gero eta astunagoaren sinbolotzat interpreta liteke ia.

Bai, ibilbide luzea, 1984 inguru hartan hasia, Madrildik egindako lehenengo kronikekin, laguntzaile lanetan, eta Topasko presondegiko ziegako ate burdinazkoarekin itxia, oroitzapen hauetan barna murgildurik. Hasieratik, Auzitegi Nazionaleko eginbeharrak bete zuen Madrilen egindako lanaren zati handi bat; nire kalkuluen arabera, gutxi gorabehera 700 epaiketaren informazioak erredaktatu nituen, laburrago edo sakonago, sei urtetan zehar. Horrekin batera, ehunka atxiloketa, torturen salaketa eta zuzeneko lekukotza, zin degizuet; espetxeetan sortzen ziren albisteak, barruko borrokak edota sakabanaketaren justifikazioa, Enrique Mugicak emandako prentsaurreko ahaztezinean; eta beste hainbat informazio zuzenago, errealago, politika horrekin egiazki lortu nahi zenari buruz, Sabin Etxetik hurbilagoko beste iturri batzuetan lortuak.

Baina Auzitegi Nazionaleko eta beste auzitegietako eginkizunak bestelako informazio batzuk ere sortzen zituen, xelebreagoak edo, hala nola Ruiz Mateosek Auzitegitik ihes egin zuenekoa, Polizia lelotutakoaren sudurren aurrean; edo interes politikoek zapuztutako ikerketak, GALi buruzkoak, kasu; Konstituzionalaren sententzia pisuak, edo Auzitegi Goreneko gorabeherak.

Aurrerago, Auzitegian kronista izatetik lekuko izatea egokitu zitzaidan, gure lankide eta adiskide Josu Muguruza hil zuten Alcala hoteleko atentatuaren ondorioz. Azkenean, jakina denez, inputatu, prozesatu eta kondenatu egin ninduten, eta gaur preso naiz. Egin ehundu zuen hari profesional zirraragarri eta suhar baten lanari jarraika.

Auzitegi Nazionalaren jardunak sortutako informazioa, askotan, atxilotu eta preso eramandako pertsonen senide eta lagunekin hurbileko harremana izatera hedatzen zen, zain egon beharreko orduen itomena partekatuz, ostatu hartzeko helbideak eskainiz, eta kañaren bat edo beste, tortilla pintxo eta guzti, Madrilgo auzo herrikoietan, Madrila derrigor egin beharreko bisitetan paseatu ohi ez diren horietan.

Madrilgo berriemailetza, ordea, ez zen kontu juridiko eta errepresiboetara mugatzen; Eginek berak bezala, notiziaren eremu guztiak hartzen zituen. Madrilgo mobidaren urteak izan ziren, eta horiek ez ziren bakarrik Ramoncín edo Alaska, baizik eta NATOren kontrako martxa jendetsuak ere; Enrique de Castro apaizaren lan fina espetxe instituzioaren aurrean –gizonak buru-belarri jarraitzen du preso sozial gazteak defenditzen–; izaera sozialeko edo kulturaleko elkarrizketak; Picassoren Guernica iristea, lehenago Buen Retiroko etxaldean bahituta, eta gaur egun Reina Sofia Museoan; eta, nola ez!, baita futbola ere, urte haietan Athleticek eta Realak jokatu zituen Kopako finalekin. Adituari lagunduz, futbol giro (jator) haren kronikak idatzi nituen.

Eta, jakina, politika. Kongresuko pasilloetan aurrera eta atzera, bilkurei buruzko beste begirada bat, euskal diputatuekiko harremanak –eta Kataluniako eta Galiziatik etorritakoekin egindakoak, eta PSOEkoekin eta IUkoekin, are PPkoekin ere–. Bereziki gogoratzen dut –ezin ahaztu!– Aljerreko elkarrizketen etapa, hainbeste bilera, zurrumurru eta espekulaziorekin, eta informazio delikatuak erantzukizunez tratatzeko jarduera, prozesuaren lehen saiakera hura zainduz.
Bizigarria izan zen, eta eskertzekoa, errealitate sozio-politiko eta judizial horri buruz informatu ahal izatea, informazioaren mami eta muinari beste tonu bat emanez. Kronikak idazteak begirada pertsonala eskatzen du –kritikoa, ironikoa, hurbila, humanoa, sentimentala, kasuaren arabera–, baina horrek ez du esan nahi iritzi artikulu ideologizatu bihurtu behar direla, gaur egun gero eta gehiago gertatzen denez. Eta hori Euskal Herrian areago nozitzen dugu, berez diren errealitateak prentsan aurreiritziaren eta helburu ideologiko –ez informatzaile– jakin baten mesedetan kontatzen direnean.

Saiatu ginen, eta plurala erabiltzen dut Madrilgo ordezkaritzan beste bi pertsona aritu baitziren eginkizun berean, urte haietako kolorea, usaina, soinua transmititzen, Estatu espainiarren bihotz hura transmititzen, zeinean Euskal Herria, gatazka, egiturako odolbildu larri begitantzen zen gero eta gehiago.

Etapa hura Alcala hoteleko atentatua gertatu eta hilabete gutxira amaitu zen; seguruenik berri eman behar izan nuen albisterik gogorrena izan zen, zuzenean bizi izandakoa. Josu Muguruza, militantea, parlamentaria eta pertsona goxoa izateaz gain, Egineko erredaktore burua zen, Euskal Herria atalekoa. Haren heriotzaren ondotik, egunkarian egindako birmoldaketa eta aldaketen testuinguruan, Euskal Herriratu egin nintzen, Bilbon, 1990eko udaberrian. Gainera, Madrilen gertatutakoaren ondotik, eskuin muturraren arriskua benetakoa zen.

Jende berria, egoera desberdinak, bestelako eginkizunak Bilbon egunkariak zeukan ordezkaritzako arduradun gisa. Lan egiteko gogoz, lankideen babesarekin, egunak aurrera zihoazen, informazioz beterik, eta eztabaida askorekin ere, Egin berritzeko prozesua luzea, konplexua eta parte hartzailea izan baitzen. Lan talde haren bizi indarrak, azkenean, Hernaniko egoitza nagusira eraman ninduen, 1991n, egunkaria berritzeko azken fasean bete-betean sarturik (Auzitegi Nazionalak kontuan hartu nahi ere ez duen fasea da, aurrez idatzita duen gidoiari estu lotuta).

Euskadi ataleko buru gisa lehenengo, eta zuzendariorde lanetan gerora, talde bateko parte izanik, orduak eta orduak eman genituen txuri-beltzezko Egin zahar hura izenburua goitik behera zeukan Egin bizi koloretsura eramateko trantsizioan. Gogotik jardunez, lan desberdinak eginez, makina bat buruhausterekin, instituzioen boikotari edo egunkaria sistematikoki seinalatzeari eta antzeko kanpaina “demokratiko” eta “garbiei” aurre eginez (Euskal Herrian bertan zein kanpoan), eta, bitartean, egunkariko kazetarien eskifaia iritzi orriak zabalduz, ahots desberdinei leku eginez, eta informazio orriak ere sakonduz, albisteak hobeto landuta.

Poztasunik ere izan zen, egoera zaila bazen ere. OJDren txostenek gehiago saltzen zela eta hedapena handiagoa zela berresten zuten, eta lanari irudimenez heltzen zitzaion.
Eta etsipenak eta sustoak, 1993an Ertzaintza sartu zenekoa bezalakoa –besarkada bihotzez Pepe Reirentzat–, edo lankideen atxiloketak. Baita ere, ordea, Europako beste komunikabideek gurea bezalako egunkari bati buruz, eta gatazka barruan bizi den herrialde batean, gurean, jokatzen zuen rolari buruz erakutsitako interesa. Europako kamera eta erredaktore ugarik, BBCkoek zein komunikabide libreetakoek, gaur egun hondatzen utzita dagoen Hernaniko Eziago poligonoko eraikina ezagutu zuten, eta Egin zenari buruz Espainiako edozein komunikabidek baino askoz lekukotza egiazkoa eman zuten.

Horretatik ezerk ez, ezta Egin egunetan erakutsitako herri babesaren indar eskergak ere, ezin izan zuten 98/7/15ean Egin bat-batean exekutatzeko hartutako erabaki politikotik salbatu; aldi berean kalbario judizial amaiezina hasi zen Administrazio Kontseiluko kideentzat, Jabier Salutregi zuzendariarentzat eta neronentzat; baita ere, zeharka jasan behar izandako ondorioengatik, 20 urteko bide emankor eta bizia posible izatea ahalbidetu zuen jende zoragarri horrentzat guztiarentzat.

Pertsona eta profesional gisa inbertitu eta irabazi genuena, Eginek kazetaritzaren esperientziari eta euskal gizartearen bilakaera politikoari eta sozialari egindako ekarpena, hura ixteak eta emandako sententziak esan nahi duena, ezabaezina da, eta ezin da euskal kazetaritzaren iraganeko, orainaldiko eta etorkizuneko historiatik bereizi.

Teresa Toda Iglesia, Egineko zuzendariorde ohia,

[Salamancako Topasko espetxean idatzitako testimonioa, 2008ko apirilean]

2008-05-27

Egin-en itxiera

Militantes de la dignidad

En Euskal Herria la gran mayoría sabe que el medio centenar de condenados lo ha sido por trabajar en la construcción nacional, en aportar a la causa independentista y a la mejora de las condiciones de vida de todos

La sentencia del Tribunal de Orden Público español (Audiencia Nacional) que ha llevado a la cárcel a medio centenar de ciudadanos vascos supone asimismo la puntilla definitiva al principal proyecto de diario popular y abertzale gestado en nuestro país en el siglo XX. El diario EGIN nació en 1977 gracias a las aportaciones de miles de cuentapartícipes, comprometidos todos ellos en construir una herramienta informativa al servicio de todo aquello que no aparecía en la prensa de aquel tiempo. Las organizaciones populares, los sindicatos, las agrupaciones vecinales, las gestoras pro-amnistía... en definitiva, toda una realidad social que no tenía acceso a los medios convencionales, la práctica totalidad de ellos relacionados directa o indirectamente con el franquismo.

Parecía una empresa abocada al fracaso, porque carecía del respaldo financiero de los grandes bancos y grupos empresariales, pero pese a todas las dificultades, logró salir adelante y mantener su presencia diaria en los quioscos durante más de veinte años. Sólo la intervención policial a las órdenes del juez Baltasar Garzón y bajo el impulso político del Gobierno de José María Aznar consiguió truncar su trayectoria.

Aquel nefasto 15 de julio de 1998 se pusieron las bases para lo que conocimos oficialmente el pasado día 19 de diciembre en forma de sentencia contra trece personas relacionadas con el diario. Bajo el manto protector del anatema «todo es ETA», han sido condenados por «integración o colaboración en organización terrorista» José Luis Elkoro, Patxo Murga, Isidro Murga, Pablo Gorostiaga, Jesús Mari Zalakain, Carlos Trenor, Xabier Salutregi, Teresa Toda, Manuel Intxauspe, Xabier Alegría y Maite Mendiburu, e Iñaki Zapiain y Xabi Otero por insolvencia punible. Queda pendiente el enjuiciamiento de José Ramón Aranguren, por motivos de salud y de Manu Aranburu por haber fallecido en accidente de tráfico. En el caso de Ramón Uranga se dictó el archivo provisional de su causa por motivos de salud.

Las personas que firmamos este escrito, ex trabajadores de EGIN, hemos conocido por motivos profesionales a los encausados y sabemos que su militancia ha sido siempre en la causa de la dignidad y el compromiso con su pueblo. Que la acusación de integración en ETA responde a una estrategia política diseñada en Madrid contra el movimiento independentista vasco y sus sectores más comprometidos.

Todos ellos, como el resto de encausados, han sido víctimas de un proceso en el que la sentencia estaba dictada de antemano, porque así lo requería la razón de estado. No han tenido la posibilidad de ser juzgados por su juez natural, en su propio país, ni de que se realice un juicio justo. La propia vista oral, de año y medio de duración, ha supuesto una auténtica agonía personal para los procesados, con su vida cotidiana alterada, impidiendo su trabajo profesional en condiciones normales y con unos enormes gastos económicos añadidos.

Quienes han preparado, desarrollado y ejecutado la estrategia de represión podrán engañar mediante su poderoso aparato mediático y de propaganda a los ciudadanos españoles, haciendo ver que se trata de terroristas desalmados, aunque no utilicen arma alguna. Sin embargo, en su país, en Euskal Herria, la gran mayoría de la población sabe que el medio centenar de condenados lo ha sido por trabajar en la construcción nacional, en aportar a la causa independentista y, en definitiva, a la lucha por la mejora de las condiciones de vida de todos. Por todo ello exigimos la anulación del proceso y la disolución del Tribunal de Orden Público español. ¡Los queremos libres y en su país ya!

(*) Firman este artículo Joxerra Bustillo, Karmele Elizaran, Alex Oiartzabal, Mertxe Aizpurua, Lurdes Etxeberria, Marian Beitialarrangoitia, Maria Eugenia Martinez, Pilar Iparragirre, Jose Mari Martinez, Amaia Ereñaga, Ixiar Arteaga, Martin Anso, Dabi Lazkanoiturburu, Txisko Fernández, Ramon Sola, Eguzki Agirrezabalaga, Maite Ubiria, Martxelo Diaz, Begoña Arrondo, ex trabajadores de EGIN.

2008-05-26

Les militants de la dignité

Le verdict récemment rendu public par le tribunal de l’Ordre public espagnol ou la soi-disant Audience Nationale, au-delà d’avoir emprisonné une cinquantaine de citoyens basques, finit d’achever le plus populaire et important quotidien abertzale du XXe siècle, c’est-à-dire EGIN. EGIN naquit en 1977 avec le soutien de milliers de citoyens. Son objectif était tout simplement d’informer sur tous les sujets dont les médias de l’époque ne parlaient pas ; et de faire une place aux associations, syndicats, groupements locaux, mouvements pour l’amnistie et à tous ceux qui n’avaient pas accès aux médias qui étaient directement ou indirectement liés au franquisme.

Il apparaissait à l’époque que ce nouveau média, qui n’avait pas l’appui des grandes banques et entreprises, allait faire faillite tôt ou tard. Mais il alla de l’avant, et malgré les problèmes il se retrouva dans les kiosques jour après jour pendant 20 ans. Et il aurait dû continuer de paraître, si la police, à la demande du juge Baltasar Garzon et par l’impulsion politique du chef de gouvernement Jose Maria Aznar, ne l’avait pas fermé de force.

Les bases du verdict que nous avons officiellement connu le 19 décembre dernier, ont été fixées ce malheureux 15 juillet 1998. Par ce verdict, et suivant le slogan “tout est ETA”, 13 personnes d’EGIN ont été punies. Plus précisément, accusés d’avoir collaboré ou de faire partie de l’ETA, Jose Luis Elkoro, Patxo Murga, Isidro Murga, Pablo Gorostiaga, Jexusmari Zalakain, Karlos Trenor, Xabier Salutregi, Teresa Toda, Manuel Intxauspe, Xabier Alegria et Maite Mendiburu ont été condamnés. Iñaki Zapiain et Xabi Otero, en revanche, ont été condamnés pour des délits économiques. Pour des raisons de santé le procès de Jose Ramon Aranguren fut reporté et les charges contre Ramon étaient classées sans suite. Manu Aranburu, décédé dans un accident de voiture, n’a pas été jugé.

Nous qui signons ce texte, avons connu ces personnes au travail, et nous savons qu’elles ont toujours milité pour la dignité de leur pays. Leur engagement était celui-là. Nous savons également que c’est par une stratégie élaborée à Madrid qu’elles ont été mêlées à des affaires d’ETA. Cette stratégie a pour but d’agresser le mouvement indépendantiste mais surtout, les secteurs les plus engagés.

Ces personnes, comme toutes celles du dossier 18/98, ont été victimes d’un jugement qui était décidé à l’avance. Pour des raisons d’Etat. Elles n’ont pas eu le droit d’être jugées par des juges naturels dans leur pays, et elles n’ont pas eu droit à avoir un procès juste. Le procès qui a duré un an et demi, a été en lui-même une peine infligée aux prévenus, parce qu’ils n’ont pas pu travailler ou vivre normalement, confrontés à des frais énormes.

Ceux qui ont élaboré et exécuté cette stratégie répressive ont d’immenses moyens de propagande, et par ces moyens ils ont trompé les citoyens espagnols, et ont fait croire que même s’ils n’avaient pas d’armes, ils étaient des redoutables terroristes. Au Pays Basque, en revanche, la grande majorité sait bien qu’ils ont été punis parce qu’ils participaient à la construction du Pays Basque, parce qu’ils ont travaillé pour l’indépendance et parce qu’ils ont lutté pour l’amélioration des conditions de vie de tous.

Ainsi, nous demandons que le jugement soit annulé et que le tribunal de l’ordre public espagnol soit dissous. Nous souhaitons que les condamnés soient en Pays Basque et libres dans les plus brefs délais.

Joxerra Bustillo, Karmele Elizaran, Alex Oiartzabal, Mertxe Aizpurua, Lurdes Etxeberria, Marian Beitialarrangoitia, Maria Eugenia Martinez, Pilar Iparragirre, Jose Mari Martinez, Amaia Ereñaga, Ixiar Arteaga, Martin Anso, Dabi Lazkanoiburburu, Txisko Fernandez, Ramon Sola, Eguzki Agirrezabalaga, Martxelo Diaz, Begoña Arrondo et nombreux ex-salariés de EGIN.