2008-11-10

Artistas en EGIN (Y viceversa)


Oteiza 1996

Texto: Aztia Foto: Fernando Larruquert


Desde su primer número, “Egin” concede una sección a las artes plásticas que se ejecutan en numerosos talleres-comuna y escuelas de autodidactas. La complicidad o discusión con estas personas de lleno dedicadas a la creatividad en todas las técnicas (por enésima vez recordemos que en griego 'techné' significa Arte) llegaba de atrás. Al fin y al cabo gran parte de este colectivo de colectivos venían expresando libremente en sus jeroglíficos propios lo que la letra impresa, sobre todo la cotidiana, tuvo prohibido, o encriptado entre líneas, durante muchísimos años.

La visita a salas y galerías cuando los resultados del proceso se podían escrutar en buena iluminación, cosa imposible durante las multitudinarias inauguraciones en aroma de tortilla de patatas y con el respetable dándole la espalda al esfuerzo de meses y años, permitía comentar lo que aquellas formas-fórmulas sugerían.

Muchos habían viajado como auténticos nómadas, a la aventura, con lo puesto, para pillar tendencias y expresiones de Ultramar o Ultrapuertos. Huían de un idilismo ternuriento y tradicionalista. La gran maestría de trazo emergida de academias y de centros de Artes y Oficios, o de Artes Gráficas, cierto, servía de base para su posterior dinamización. Por lo que se emigraba a otras latitudes, sobre todo, para consultar por esos mundos cómo se podía desaprender, ciencia bastante más difícil que el aprendizaje.

Con la avalancha de informalistas estalla pronto la polémica (hasta hoy) de si existe un Arte Vasco – como un Arte Azteca o Etrusco – o un arte ejecutado por vascos dentro o fuera de Vasconia. Los medios de comunicación se nutren de debates de este cariz.

Así, de las primeras columnas dedicadas a muestras específicas de arte que duraban quince días, se pasa a indagar desde el diario EGIN qué piensa, cómo vive, cómo se lo monta ante la materia a transformar y en aroma de bártulos, aguarrás, ácido nítrico, virutas, hornos de cerámica, polvo de piedra de Markina y compresores, toda esa cohorte de estetas. Es decir, lejos del espectáculo, de la vivencia como de ecos de sociedad de exponer. De exponerse.

Se enrollan. Disponen de discurso, ideología, cosmología, irritación existencial, propensiones políticas muy definidas, tendencia al gestualismo y a la discrepancia. Son temperamentales y ni se cortan ni les corta el míster. Es decir, un chollo, una vía para competir con Deportes, dicho sea con todos los respetos para ambas especialidades.

Resumiendo, que desde que el personaje que acompaña al reportero en la magistral foto de Larruquert publicara su “Quousque Tandem” e infundiera en sus colegas, más que otra cosa, aquella facultad de filosofar y aquella licencia para desafiar, el Arte vasco, o el Arte realizado en Euskal Herria, deja de ser el sexo de los ángeles y se sintetiza: existe una “Bauhaus” vasca que Hitler habría enviado a la hoguera o al exilio. De asunto social, pues, pasa a ser asunto sociológico. La performance era la interviú, y tanto ellas como ellos
se revelaron durísimos sparrings. Te tumbaban.



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