2008-06-25

Departamento de opiniones

Argazkia: Fermin Munarriz


Faltaba poco para que se nos congelara la sonrisa de decir ‘cheeeese’ ante la cámara. No citaré nombres, no cabría toda la peña de columnatas que en el grupo figuran. Siempre se omite a alguien y además pasa el tiempo, cambiamos a mejor y no se nos reconoce. Destaca, sí, por su involuntaria ausencia, Leopoldo María Panero. Nos juntamos en un lugar para bodas, comuniones y demás fastos. “Hotel del Toro” en la carretera que de Iruñea lleva a Berrioplano. No recuerdo el menú, señal de que fue excelente. Lo más suculento, la tertulia.

por Rafael Castellano, periodista y escritor

Se cernía ya sobre Eciago, sigiloso, el rictus de José María Aznar. Cuyo último look , quién le asesorará, es de palmero de “Los Chunguitos”. Cierto que nos congeló el entusiasmo, que nos frenó en seco el buen rollo. Pero que nos quitaran lo bailao. Fuimos un retículo de estilos y especialidades diversas, bazar chino del periodismo literario y gráfico con una particularidad muy significativa. A saber, que si escribíamos en sintonía con la línea editorial era por pura chamba. A veces, vale, por convicción ineludible. Pero jamás se podrá acusar a aquel diario de la oposición interna programada, del escribe a la contra y juega sin balón para que se vea que somos abiertos y demócratas tope. Truco descarado que ya ni precisa de una lectura entre líneas: se ve la tramoya a la legua y no hipnotiza ni al alma más cándida.

Merodeando por Madrid, 2008, he constatado el fenómeno de sus ¡cinco! periódicos gratuitos con un editorial telegráfico, portada de impacto, las noticias más destacadas, dos o tres minicolumnas instantáneas y viñeta. Punto. Ah, y la publicidad, divino tesoro. Hay tendencias, cierto, no es lo mismo “El Metro” que el “ADN”, por citar dos. Esto significa que los rotativos de pago habrán de centrarse desde ya, para competir, en el columnismo agudo y el artículo de fondo, especialidad recuperada. Con técnicas quirúrgicas que satiricen, que despellejen, que le hagan la biopsia a la vida viva de modo que el periódico goce de eco y dé que pensar. Que en eso consiste la comunicación honesta y laica en su sentido estricto: no empeñarse en que la gente crea, sino en que piense.

El arte del columnismo es olvidarse de dónde escribe y abstraerse en lo que se escribe. Nos anticipamos a esta regla y quizás nuestro más grave pecado fuese el éxito. Dispuso “Egin” de articulistas de lujo, firmas del comic más nítrico y coordinación que nos daba un toque cuando al folio se lo tragaban el éter o la pereza. Que tampoco buscábamos la beatificación. Será por eso.

[Para saber los nombres, pincha aquí]

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