2008-06-10

¿Los peores años de nuestra vida?

A pesar del título, entre interrogantes, vaya por delante que todavía pueden ser los venideros peores, pero vaya también que en esta casa lo sabernos y que estamos preparados para ello, que no nos asusta el futuro, pues al fin y al cabo el pasado año ha sido duro y bronco, donde los golpes han seguido sucediéndose para acumular experiencia, asignatura ésta que forja carácter.

Jabier Salutregi Mentxaka, director de EGIN

Ha sido un año de sacrificios, de aguantar todos los golpes que han tenido a bien sacudirnos los que con tanto afán persiguen nuestra domesticación informativa y los que con obsesión enfermiza intentan silenciamos. Ha sido, en definitiva, un año más de experiencia para quienes hacernos y leemos este periódico tan incordiante para el poder, y, un año más también, con el que hemos demostrado que EGIN no es flor silvestre, sino árbol de fuertes raíces que no sólo se mantiene y sobrevive, sino que crece, aumenta y se hace más sólido.

Ha sido este año, el de los trabajadores que hacen este periódico. El año en el que el colectivo de quienes dan forma diaria a este periódico se han responsabilizado hasta el límite de sus fuerzas para dar la respuesta más firme al futuro de este proyecto informativo. Ha sido el año de la regulación, del trabajo a destajo, del sacrificio, de aguantar a pie firme la tempestad. Ha sido, efectivamente, el año en que hemos pegado tal tirón que nos asombra a nosotros mismos lo que hemos crecido. La entrada de la Ertzaintza en nuestras redacciones de Hernani y Bilbo, un hecho sin precedentes cercanos en la historia de la comunicación de Euskal Herria, ha marcado para siempre nuestra historia y la de la información en nuestro pueblo con uno de los capítulos más negros y más vergonzosos para el sistema político actual.

El allanamiento “legal” de EGIN sirvió, no obstante, para dar expresión nítida y contundente del grado de beligerancia al que pueden llegar contra nuestro periódico y, por ende, contra aquellos medios de comunicación que osen desmarcarse de las líneas informativas fijadas desde los despachos del poder. La actuación policial, irreprochablemente infame, también tuvo otro efecto devastador. El mundo informativo, siempre dispuesto a mostrar un corporativismo y solidaridad a veces exacerbados cuando se siente agredido, optó en esta ocasión, salvo contadas excepciones, por enmudecer, y con este silencio firmaron y sellaron cobardemente el último recorte a la libertad de expresión y enterraron para siempre el derecho a las fuentes de información.

Aquella irrupción policial fue, en definitiva, la esperpéntica escenificación del sometimiento de los medios de comunicación sociales ante el poder político. Sometimiento que, si bien siempre ha existido por parte de las empresas editoras, arrastró en esta ocasión a todos los incautos trabajadores de la información que entonces tuvieron que cerrar los ojos para saber desde entonces, como ahora lo sabemos todos, quién es su dueño y señor. También vino bien la amarga experiencia para darnos cuenta de que no estamos sólos, que EGIN no se limita a una rotativa y una plantilla de profesionales. Sirvió para que en Bilbo una muchedumbre consciente de la atrocidad y de la barbarie se lanzara a la calle y expresara su firme voluntad de mantener el grito de libertad que EGIN garantiza diariamente.

Llegó el encarcelamiento de Pepe Rei y se nos encogió el corazón sin que consiguieran arrugarnos las ideas, y ahora, junto con él, todos estamos en la cárcel que es donde los actuales próceres de la sociedad quieren que esté la libertad de expresión. Con la orden de encarcelamiento de nuestro redactor jefe nos han regalado la amargura y la tristeza, pero nos confirma nuestra verdadera dimensión. Hoy, en Europa, EGIN aparece como el único periódico indomable, indomesticable, perseguido, golpeado, maltratado y difamado por quienes, a pesar de poseer todos los resortes de la fuerza, se sienten en el terrible trance de ver en peligro sus argumentos ante la fortaleza de nuestra palabra y expresión.

EGIN, en este año duro y cruel, ha acabado siendo el ariete de la libertad de expresión. Nuestra lucha solitaria marcará el camino a seguir a todos los medios de comunicación que, antes o después, tropiecen con la intransigencia de las instituciones. Ante los tribunales y los jueces, nuestro periódico es hoy baluarte de la libertad de expresión frente a quienes pretenden silenciar cualquier expresión disidente mediante el ahogo económico.

Como ya lo dijimos, seguimos, seguiremos.

[Artículo publicado en el urtekaria "Euskadi 1994" del diario EGIN]

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