El 15 de julio de 1998 es una fecha señalada en la historia contemporánea europea de la conculcación del derecho a la libre expresión. Aquel día, del que hoy se cumplen exactamente diez años, cientos de policías penetraron en las instalaciones de EGIN y EGIN Irratia, y, a la fuerza, silenciaron para siempre ambos medios de comunicación. Asimismo, detuvieron a varios trabajadores y miembros de la dirección.
Aunque aquellos policías traían consigo una orden del juez Bartasar Garzón, era el Gobierno español quien estaba tras la operación, y le faltó tiempo al entonces presidente, José María Aznar, para reivindicarla como propia y disipar las dudas que pudiera haber al respecto. Desde Turquía, donde se encontraba, lo dejó claro: “¿Acaso creían que no nos íbamos a atrever?”.
Aquella agresión puso fin de forma traumática a 21 años de trayectoria informativa. Una trayectoria con luces y seguramente también con sombras, por supuesto, pero, sobre todo, una trayectoria fructífera. EGIN insufló nuevos aires al panorama vasco de los medios de comunicación. No sólo porque sacó a la luz realidades hasta entonces ocultadas, sino porque obligó a otros medios, incluidos los que habían crecido a la sombra del franquismo, a prestarles también atención.
A lo largo de 21 años, fueron muchos los intentos por acallar aquella voz disidente, “la voz de los sin voz”. Gracias al apoyo popular, todos ellos fracasaron... hasta que el Gobierno español “se atrevió” a cerrar manu militari EGIN y EGIN Irratia.
Sin duda orgulloso de los frutos de su “atrevimiento”, decidió continuar por el mismo camino, es decir, decidió seguir cerrando medios de comunicación. Así cucumbieron ARDI BELTZA y, justo cinco años después del cierre de EGIN y EGIN Irratia, EGUNKARIA.
Los imputados de EGIN y EGIN Irratia, tras un largo proceso repleto de irregularidades, han sido duramente castigados. Los de EGUNKARIA, por su parte, están en capilla, y, vistos los antecedentes, nada permite sospechar que vayan a correr mejor suerte. De momento, las denuncias de torturas que presentaron tras su detención y obligado paso por comisaría han sido ignoradas.
A través del acto de hoy, nosotros, ex trabajadores de los medios silenciados, queremos manifestar nuestra solidaridad a los condenados y a quienes corren el riesgo de serlo. Y, por encima de todo, desde nuestra humildad, pero con firmeza, queremos reivindicar el derecho a la libertad de expresión. Para todas las voces. Porque la libertad de expresión que se concede sólo a aquellos que dicen lo que el Poder desea, simplemente, no es libertad de expresión.
Ex trabajadores de EGIN, EGIN Irratia y EGUNKARIA
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