2008-07-15

Homenaje a la libertad



Antonio Alvarez-Solís | Periodista

Murió hace diez años. Mejor dicho: lo asesinaron. Porque también se asesina el pensamiento. Quizá la muerte violenta del pensamiento constituya siempre el prólogo de la agresión física a los individuos y a los pueblos. Yo escribí largamente en “Egin”. De mis modestos ensayos nació un libro --“El año que va a pasar”-- que puse en la calle como si tuviera la premonición de que aquella manifestación de libertad no duraría en el Estado español. En España es muy difícil pensar, incluso muy arriesgado. El pensamiento agravia a muchos españoles. Les empuja a la guerra. Revuelve la charca enlodazada de su vida nacional. “Egin” pretendió abrir caminos clausurados al pensamiento. Hablaba con la voz de una ciudadanía perseguida siempre, constreñida al suburbio de la comunicación, allí dónde la comunicación de las ideas es convertida en una conspiración malvada. La gente que hacía “Egin” trabajaba con una voluntad liberadora. Quizá era eso lo que hacía atractivo al periódico. Hay periódicos que se adquieren con absoluta indiferencia moral --generalmente los llamados grandes periódicos-- y periódicos recibidos con entrega y afección. Periódicos para tener y periódicos para leer. “Egin” era de estos últimos. Pero leer siempre ha constituído una actividad sospechosa para la España dirigente, una incitación al desmán del pensamiento. Lo que se dice leer, o sea con entrega, siempre se hizo al margen de la vida normal española. Pasó incluso con el Quijote. El Quijote se leía en las barberías y en las reboticas como un papel de energizante crítica política. De ahí su éxito fulminante como referencia de libertad. “Egin” quería mostrar la auténtica cara de la maltratada moneda vasca. Desvelarla sin soslayamientos, sin eludir la realidad. Lo hacía con limpieza y afán de entendimiento. Pero entenderse ¿no es acaso sospechoso en España? Se dice torcidamente de quienes son amantes: “Esos se entienden”. Para entenderse en España hay que proceder de tapadillo. Es una lástima. Pero “Egin” no ha muerto. “Egin” es todos los que leían a “Egin”. Queda mucha gente por encarcelar.

["Gara", 2008-7-13]

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